Los ruidos del mundo como el origen del
lenguaje me lleva al origen de la literatura como los ruidos de la mente. Leo,
entre risas, que los escritores actuales ya no se baten en duelo ni se
suicidan; es decir, en lo referente a los ruidos ya no hacen ruido y, en esa
falta de ruido, abandonan lo que la literatura quiso ser y dejó de ser entre murmullos.
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