El otro día le propusieron a un conocido
jugar un partido individual de tenis. Tan individual fue el partido que sólo él
sería el jugador. No había pelotas ni red pero los aplausos eran constantes. Se
enfrentó a sí mismo con resolución mientras pensaba si los periódicos
publicarían la noticia del partido de tenis de salón en la sección de deportes
o en la de teatro. Entretanto escuchaba los consejos de su entrenador:
”Échasela al revés”, y él así lo hacía.
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