lunes, 23 de junio de 2014

De vientos y corrientes literarias II




Parece que se está nublando. Siento que me reactivo cuando el sol desaparece y las nubes lo cubren todo. Es ese el momento en el que pueden empezar a suceder cosas, justo cuando surgen las corrientes de aire, que siendo invisibles, lo agitan todo.

Leo que en Microcosmos, Magris dedica un párrafo a los vientos, que considera como los caprichosos arquitectos del paisaje. «El siroco rompe, la bora barre y se lleva las cosas, la brisa construye y reconstruye». Ya hace años que estoy elaborando un Catálogo de corrientes de aire. En él quiero incluir todos los vientos, y no sólo a los que alguien, en algún momento, les puso un nombre, sino aquellas ventiscas insignificantes que no merecieron jamás la atención necesaria para ser mencionadas. Justo ahora que las nubes siguen cubriéndolo todo y pueden empezar a suceder cosas interesantes, un vientecillo se ha colado por la ventana de mi habitación para modificar el paisaje.

I. Ayer terminé los Diarios (1999-2003), de Iñaki Uriarte. En el mismo momento que leo, me entran ganas de escribir. Si lo hiciera escribiría un libro raro. En los Diarios, Uriarte comenta que El Pensador de Rodin no es una de las mejores obras de Rodin. Que más bien parece un hombre al que le cuesta pensar. En cierta manera quizás sea por eso por lo que no escribo, para no parecer un hombre al que le cuesta escribir.

II. Cuenta Gonçalo M. Tavares que un día escribirá un libro cuyo contenido tendrá apenas cinco palabras: Joao Cabral de Melo Neto, y «quien lo lea atentamente, con la lentitud de los antiguos y de los pacientes, al final dirá: qué bello libro».

jueves, 12 de junio de 2014

Ahora duerme, que mañana naufragaremos




I. Han vivido como sus padres y creían que sus hijos vivirían como ellos. Pero ahora sienten un poco de desasosiego. Ha sido esa gente la que ha vivido como yo vivo cuando viajo, y voy de hotel en hotel, y creo que una parte de la habitación ya me pertenece.

Leo a Walser. Cada vez que leo a Walser pienso en una persona desvalida, y a la vez en alguien que tiene la fuerza de una persona desvalida. Leo también que fue Walser quien facilitó a Kafka «la descripción del núcleo del problema, que no es otro que la situación de absoluta imposibilidad del individuo frente a la máquina devastadora del poder».

II. En la pequeña habitación del hotel desde la que escribo, y que a partir de ahora denominaré como mi parcela, me dedico a leer y a dormir; también a escuchar cómo pasean los borrachos por la calle en su intento de abarcarla de lado a lado.
Llevo en la maleta los Diarios de Iñaki Uriarte. Esta noche leeré un rato. Sé que los Diarios de Iñaki Uriarte, como el diario de Ignacio Vidal-Folch, no son diarios estrictos: son trocitos de cosas escritas [ahí metidas]. Después, cuando afloje un poco el canto de los borrachos, dormiré.

En el comedor del hotel me he encontrado esta mañana a un hombre que tenía intención de apartarse de la sociedad. Quiero alejarme lo suficiente, decía. En su intención de desaparecer parecía un náufrago llegando a nado a una costa desierta. Y entre brazada y brazada parecía querer decirnos, como Tabucchi, que «también el mundo está naufragando, pero nadie parece darse cuenta».