viernes, 2 de mayo de 2014

El Mirador da Graça




I. Seguía apoyado en la puerta. El carnicero de mi barrio es un hombre sencillo. Pienso sólo en dos cosas — me dijo una tarde —, en literatura y en el Mirador da Graça de Lisboa, y quien quiera abarcar más seguro que se equivoca. Me contó que un día pensó en una pareja jugando un partido de tenis frente a la Madeleine y que ese día su mujer lo dejó.

II. Leo que Renard explica la historia de un hombre que se precipitó al abismo, dejando en el borde, para inmortalizarse, una pantufla. Pero nadie encontró nunca la pantufla.

III. No seré yo quien le diga al carnicero de mi barrio que el Mirador da Graça ya no se llama así, que ahora tiene un nombre que parece una mermelada: Sophia de Mello Breyner Andresen.