martes, 26 de mayo de 2015

Deja tranquilo a Auster




I. Desde la ventana lo veo beber cerveza. Es como un personaje de Auster: lleno de casualidades. Han pasado los años y sigue con su locura. El otro día se paró en la vía e hizo que un tren frenara a pocos metros de él. Casi muere arrollado pero estaba exultante, como si hubiera logrado hipnotizar a un rinoceronte que tratara de cornearlo. Ahora está en el bar. Lo veo charlar con otros bebedores de cerveza con la normalidad que tienen algunos locos para parecer menos locos cuando así lo desean. Seguro que les está contando la historia del tren. Y cómo logró frenarlo como hubiera logrado frenar una columna de tanques soviéticos si los soviéticos nos hubieran invadido alguna vez.  

Desde la ventana podría escribir un libro que estaría lleno de personajes secundarios; de personajes que irían calle arriba y calle abajo; que comerían en el chino El Palacio de la Luna y que hallarían placer en no hacer, en renunciar. Todos serían personajes efímeros y parecidos, porque en mi barrio todos nos parecemos un poco, aunque cada uno finge a su manera. 

II. Bolaño escribió que «un poeta lo puede soportar todo, lo que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo, pero no es verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar». Pero que «un poeta, en cambio, sí lo puede soportar todo, y que el primer enunciado es cierto, pero conduce a la ruina, a la locura, a la muerte». Aunque creo que sólo el loco que frena trenes con la mirada podría soportarlo todo, incluso su locura.

III. He cerrado la ventana porque cuando ya es demasiado tarde llega la hora de los poetas. Nunca apago del todo las luces desde que leí que una noche un hombre se convirtió en escarabajo. Si a alguien le sucedió, le puede suceder a cualquiera; porque las cosas se repiten. Sé que Baroja una vez dijo que había leído a Kafka, una novela en la que un hombre se convertía en araña.