sábado, 19 de septiembre de 2015

Picnic extraterrestre



He empezado a leer un libro de los hermanos Strugatski. En el prólogo, Ursula K. Le Guin comenta que los Strugatski escribían como escriben los hombres libres. Hay un contexto, porque todo tiene un contexto: los años de la Unión Soviética. Por otra parte, acabo de terminar con Vila-Matas, y como tengo una extraña necesidad de relacionar constantemente cosas, ideas y desastres, he recordado una de las frases de Kassel sobre el abandono de responsabilidades morales de los autores actuales, y que «casi todos los escritores contemporáneos, más que posicionarse en contra, trabajaban en sintonía con el capitalismo». Tras volver a Vila-Matas, vuelvo a los Strugatski; como si de una vez por todas de lo que se tratara fuera volver a algo, o al menos intentarlo. Y al volver al libro de los hermanos me encuentro con una frase que no implica ningún tipo de deserción, más bien lo contrario: «El bien hay que hacerlo a partir del mal. Porque no se puede hacer a partir de nada más».

Esta mañana en un bar del centro he estado leyendo un artículo de Juan Villoro. El artículo me ha llevado a los hermanos Strugatski y a la Zona (ese espacio acordonado en el que un artefacto no identificado hizo un receso en su viaje estelar sin mostrar el mínimo interés por los humanos). Después he observado a los otros clientes del bar, de tal forma que todas esas personas se han convertido para mí en el centro del universo. He imaginado las conversaciones que estaban manteniendo, porque algunos parecían hablar en una lengua extranjera, como si aquello se hubiera convertido en un picnic extraterrestre. Algunos se levantaban y un camarero recogía los vasos y los restos de la comida que habían dejado en la mesa; igual que los stalkers del libro de los Strugatski recuperaban la basura, para ellos valiosa, que los tripulantes de los artefactos habían dejado en la Zona. Debido a mi necesidad de relacionar ideas, he vuelto al artículo de Villoro donde comentaba que «no somos dueños de la ciudad; en todo caso, podemos lidiar con los desechos para que la ciudad exista». En ese momento he decidido que había llegado el momento de abandonar la Zona; me he levantado y, sin llamar mucho la atención, me he ido alejando poco a poco del centro del universo.

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