jueves, 22 de diciembre de 2016

Lo que le sucede a un jinete pálido al atardecer



Leo que el silencio es el nombre de la muerte. No sé por qué pero al leer esa frase he pensado; pero así, en general: he pensado. Porque a veces pienso en cosas así, y otras veces en cosas diferentes. Me pasa muchas veces cuando leo. Ahora estoy leyendo a Pascal Quignard. Hay párrafos que no entiendo. O los entiendo de forma peculiar. Las dos cosas me pasan. No he querido leer la biografía del autor pero imagino [no es que suponga, sino que fantaseo] que ha muerto; que en algún momento, entre párrafo y párrafo, cogió una Browning y trató de comprobar si se sentía algo de vértigo antes del balazo. Después ha bajado mi vecina checa, que tenía frío porque en su casa no funciona la calefacción. Le he explicado cosas del libro de Quignard y le he dicho que a ratos sí, pero que en otros momentos no encuentro el sentido de algunas frases, que me superan, pero que no puedo dejar de leerlo, como si el libro para mí, como las banderas para otros, tuviera hachís. Hemos estado hablando durante un rato. Al final, me ha dicho que, aunque no se note a primera vista, todo acaba teniendo sentido, que hasta sus pezones, a veces, parece que apuntan a la Vía Láctea.