domingo, 26 de noviembre de 2017

Extraña forma de vida



En Extraña forma de vida, cuando Vila-Matas se refiere a «un novelista de un cierto nivel intelectual aunque de baja estatura, un hombre en verdad diminuto, lo que le llevaba muchas veces a ser pedante y tener todo tipo de conductas anticuadas para llegar a ser, lo más pronto posible, académico», creo que se refiere a Javier Marías.

El protagonista, Cyrano, escribe un texto sobre Espionaje y literatura basándose en un articulito que conserva del hombre en verdad diminuto.

El artículo podría ser el escrito por Javier Marías en el número 1 de la revista Lateral en noviembre de 1994, dedicado a ese tema y titulado: La huella del animal (incorporado posteriormente al libro Literatura y fantasma).

En La huella del animal se dice que «el lector está siempre obligado a ser un espía, y seguramente lo es por partida triple: espía lo que se le cuenta y lo que no se le cuenta, y también se espía a sí mismo mientras espía ambas cosas».

El artículo también trata sobre la realidad que hay en la ficción. «Los lectores podemos tener siempre la sospecha de que en todo caso estamos asistiendo a una verdad, una verdad fingida… una metáfora en la que desconocemos lo metaforizado o comparado, la huella de un animal que se extingue al dejarla y que nunca veremos más que en esa huella».

Marías comenta que en el libro La soledad era esto (1990), de Juan José Millás, una mujer encarga a un detective, que desconoce que su cliente y la persona espiada son la misma, que la siga y vigile y le pase informe ‘interpretativos’ sobre ella misma. «Esa mujer quiere ser contada».

Ya antes, en Le Détective (1981), la fotógrafa y artista conceptual Sophie Calle encargó a su madre que contratara a un detective para que la siguiera y fotografiara. Millás también espió a Sophie.

Escribe Vila-Matas que, «los que contamos historias, somos espías, mirones. La vida es breve como para vivir el número suficiente de experiencias, es necesario robarlas». Y en otra página, Rosita, en un secreto cuarto de hotel, le dice a Cyrano que sí, que él es «un voyeur de la hostia».

sábado, 11 de noviembre de 2017

Cuando la muerte te toca de lejos parece otra (III)



Todos los muertos desconocidos me parecen iguales.

Quizás es una reacción a tanta démagogie, o que no tengo sentimientos. A veces los sentimientos se me pasan después de una copa de vino. También siempre encuentro la belleza después de una copa de vino.

Quizás es eso, sí, que no tengo sentimientos; que me guardo el paroxismo sólo para mis muertos. Hay veces que muere gente que parece ya muerta. Pero ese es otro tema: yo sólo busco la belleza, en cualquier arte, en cualquier parte.

Y que el exceso de sentimientos es algo que mantengo alejado. La gente muere, y muere todos los días. Y, entonces, qué se hace con todos esos muertos. Yo un día me enamoré. Espero que eso cuente como sentimiento.

En mi caso, todas las veces que me enamoré mataron la ilusión. Ahora ya no me enamoro. Pero me centro en los cuatro elementos básicos: el aire, el agua, el fuego, la belleza.

Es por eso que me gusta la literatura. Trato de ensayar ahí dentro todo lo que luego puedo encontrar aquí fuera. Aunque en realidad no funciona así. La ficción no resuelve situaciones. La literatura aplicada a la realidad es un pensamiento mágico. Me falta talento para sentir. También para otras muchas cosas, pero las disimulo mejor.